El Museo de Arte Moderno (MAM) de la Ciudad de México, presenta Monumental. La dimensión pública de la escultura, una exposición colectiva comisariada por el artista Pedro Reyes. La muestra incluye obras que datan de entre 1927 y 1979, reuniendo a relevantes artistas plásticos mexicanos como Francisco Zúñiga, Juan O’Gorman, Geles Cabrera, Luis Barragán o Mathias Goeritz.
En palabras del comisario
La extensa tradición escultórica de México está marcada por la constante exploración no solo de los elementos formales, sino también de las relaciones espaciales, sociales y culturales que la impregnan. Uno de los aspectos más notables de esta indagación es el papel que ha jugado la escultura en la construcción de los espacios públicos: la inscripción de la escultura en el espacio ha moldeado ciertas narrativas y ha esculpido identidades y símbolos que luego son apropiados y cuestionados según las transformaciones que experimenta la propia sociedad.
Monumental. La dimensión pública de la escultura critica la actividad escultórica en nuestro país. El punto de partida de la exposición es la creación de la Escuela libre de escultura y talla directa en 1927, y abarca hasta la creación del Espacio Escultórico, en 1979. El marco temporal creado por estos dos acontecimientos evidencia cómo la escultura sufrió transformaciones dentro y como parte del espacio público, y refleja los cambios en las ideas, estrategias y obsesiones de los artistas.
En las culturas prehispánicas hay evidencias de expresiones escultóricas de diversa escala, desde minúsculos artefactos de arcilla hasta gigantescas pirámides. La Conquista frenó brutalmente el arte de los pueblos mesoamericanos e implantó los cánones estéticos grecorromanos y judeocristianos. La Guerra de la Independencia desencadenó la búsqueda de la identidad nacional, de una noción de lo mexicano o de lo que significa ser verdaderamente mexicano, pero sólo después de la Revolución Mexicana, en 1910, las características artísticas de éstas cobraron sentido. Los artistas buscaban conectar la modernidad con las civilizaciones originales de este continente. Aunque muchos de ellos se formaron en las vanguardias europeas, su atención se dirigió al entorno inmediato y a un pasado mítico. Los rasgos estilísticos olmecas, toltecas, mexicas y mayas les permitieron emanciparse del academicismo del siglo XIX.
La época nacionalista posrevolucionaria se caracterizó por la creación de escultura cívica, suscitando un interés por el aspecto público de la escultura y por cómo la monumentalidad puede inscribirse en el espacio. Poco a poco se fueron incorporando otros movimientos y tendencias, y mientras esto incorporaba las transformaciones artísticas de mediados de siglo, una vocación perduraba: la intención de participar activamente en la vida urbana, más allá de las galerías y los museos.
Dos arcos curatoriales se entrelazan en esta exposición: la transición del nacionalismo al universalismo, y la transmutación de la masa en el vacío (espacio). Los atlantes de piedra del Titanic se transforman al introducirse en el tiempo como una cuarta dimensión; los escultores pasarán de la materia a la energía. Es una cuestión de desmaterialización. Sin embargo, la monumentalidad permanece, transformada en el espacio, y visible en el horizonte. Estamos presentes, yendo más allá de la mera contemplación de los monumentos, para ver la escultura como un espacio de contemplación.
—Pedro Reyes, comisario invitado MAM 2021