ENTRAR A LA CUARTA DIMENSIÓN DE RAY HOWLETT

Arte, Estados Unidos
Entrevista realizada por Sarah Len
Fotografía por cortesía de Ray Howlett Studio

MATERIA habló con el artista Ray Howlett en su cabaña rodeada de pinos al sur de California. Él se describe a sí mismo como un ser de campo y una persona recluida, ya que lo que más disfruta es tener espacio y tiempo para solo centrarse en su práctica. Howlett tiene más de ochenta años y es conocido por ser el pionero de las esculturas de luz infinita. Ray trabaja con el reflejo, mezclando forma y movimiento, los cuales cambian según la perspectiva, con el fin de revelar mundos dentro de mundos basados en estructuras construidas meticulosamente. Cada escultura contiene manifestaciones invisibles por ser develadas. 

Ray Howlett habló con Sarah Len, redactora en jefe de MATERIA, sobre la tecnología que ha ido perfeccionando a lo largo de los años y sobre cómo ha conseguido vivir la vida que desea. La necesidad de ser original de Ray es tan fuerte que ni siquiera copia versiones pasadas de sí mismo. La inspiración de Ray proviene de su interior, y su principal impulso siempre ha sido seguir creando. Ahora, más que nunca, está listo para mostrar al mundo las obras que ha desarrollado durante los últimos 50 años.

«Cuando llega la imagen de la forma que quiero construir a mi cabeza, ya sé lo que va a hacer. Sin embargo, cuando construyo una estructura alrededor de esta imagen, no sé cómo van a resultar los reflejos. Cuando enciendo las luces por primera vez descubro lo que va a suceder dentro de la estructura.»

— RAY HOWLETT

Sarah Len: ¿Puede contarme sobre lo que ocurre detrás del telón para crear estas piezas?

Ray Howlett: Es una acumulación. Cuando entré en la universidad me había inscrito en ingeniería. Siempre me ha parecido muy interesante, pero nunca creía que era lo suficientemente inteligente como para ser ingeniero. Así que me cambié de especialidad y comencé a estudiar arte. Después de graduarme me di cuenta de que lo que había aprendido no tenía nada que ver con el arte real. Una noche, incluso arrojé mi anillo de la fraternidad a unos arbustos. Fue entonces que decidí que me converiría en un artista de tiempo completo. Esto fue alrededor de 1970, cuando también comencé a hacer mis experimentos al combinar superficies reflejantes con luz eléctrica. Eran algo burdos, pero pensé: «esto es muy divertido». 

Mi mayor avance ha sido la tecnología. Mi arte y mi ingeniería terminaron casados; en mi trabajo existe la misma cantidad de ingeniería que de arte. Pero es como una bailarina. Una gran bailarina de ballet hace un salto y se ve tan perfecto. Parece que no le supone ningún esfuerzo. No se perciben los años de aprendizaje donde el proceso se perfecciona, ¿después de qué? 50 años.

SL: ¿Conoces el resultado desde un inicio o se revela durante el camino?

RH: Cuando llega la imagen de la forma que quiero construir a mi cabeza, ya sé lo que va a hacer. Sin embargo, cuando construyo una estructura alrededor de esta imagen, no sé cómo van a resultar los reflejos. Cuando enciendo las luces por primera vez descubro lo que va a suceder dentro de la estructura.

Existen ciertos aspectos con la fórmula de los ángulos: ángulos juntos que se reflejan hacen cierta cosa determinada. Mas, si cambio el ángulo, ocurre algo diferente. Cada vez que hago una pieza juego con el ángulo de los espejos que se unen. A veces hago una pirámide, a veces un octógono. Pero si cambio las imágenes y la electricidad, todo cambia.

«Mi arte siempre ha requerido de la participación del espectador. Mis piezas son diseñadas de forma que tengan que interactuar con ellas para verse completadas. La escultura es una estructura tridimensional, pero si tomas a un cuerpo, a una persona, y ésta se mueve alrededor de la obra observándola durante un tiempo, se convierte en parte de ella. En esencia, el espectador es la cuarta dimensión.»

— RAY HOWLETT

 

 

SL: Leí algo sobre la cuarta dimensión dentro de tus obras. ¿Podrías explicar a qué te refieres con esto?

RH:  Mi arte siempre ha requerido de la participación del espectador. Mis piezas son diseñadas de forma que tengan que interactuar con ellas para verse completadas. La escultura es una estructura tridimensional, pero si tomas a un cuerpo, a una persona, y ésta se mueve alrededor de la obra observándola durante un tiempo, se convierte en parte de ella. En esencia, el espectador es la cuarta dimensión.

SL: Me encanta. Retrocediendo un poco en el tiempo, el movimiento Light and Space comenzó principalmente en los años sesenta, ¿cierto?

RH: Sí. Yo empecé a trabajar con la luz y el espacio en 1964 mediante fotografía de alto contraste sobre cristal con pintura. Quienes observaban estas piezas se movían a su alrededor y las imágenes cambiaban junto con su movimiento. La participación de quien observa, la mezcla de distintos medios, la ciencia, la luz y el espacio componen el movimiento Light and Space. Sin embargo, yo no lo conocía. Soy bastante recluido (risas).

SL: ¿Entonces cómo veías que encajabas en esto? ¿Existe alguna persona de ese movimiento que te haya inspirado?

RH: La verdad es que no. Estoy tan autoinspirado que no me alimento del arte de otres. No quiero copiarles. En los años sesenta, el op art eran principalmente ilusiones ópticas bidimensionales sobre canvas. Mi arte tiene que ver con la óptica y las ilusiones físicas.

Cuando descubrí el movimiento Light and Space, me dije: «Soy un artista de la Luz y el Espacio». Nuestro arte era muy parecido, especialmente con el de Larry Bell.

 

SL: Ahora que te has mudado a las montañas de California, ¿cómo concilias la necesidad de estar presente en el mundo del arte contra ese escapismo que llama a tantos artistas? 

RH: No necesito que el mundo exterior me valide. Sin embargo, sí me gusta hacer una exposición y que el público venga a verla. Una exposición en un museo; done la gente puede pasar el rato, disfrutar del arte y hacerse una idea sobre el artista. Para mí, los museos han sido los mejores para trabajar. Pero con los que he tenido la suerte de trabajar no tenían mucho presupuesto para pagar ya que todos eran pequeños. Si no fuera porque vivo en Nebraska, sin pagar alquiler, no habría podido hacer estas exposiciones

 

 

SL: La mayor parte de tu carrera se desarrolló en Los Ángeles, en Santa Mónica y Topanga, ¿cierto? Después regresaste a Lincoln, Nebraska en 1995. ¿Qué cambió en tu perspectiva al volver a casa?

RH: Lo mejor que me pasó en mi carrera fue volver a Lincoln. Mi padre acababa de morir, mi madre estaba sola y yo tenía libertad para moverme. Volví a tener tiempo para dedicarme al arte. Cuando estaba en Los Ángeles tenía que dedicar más tiempo a intentar vender en las exposiciones de las galerías y a hacer cosas de la casa.

Cuando volví a Lincoln, mi madre se encargó de la casa. También dejé de trabajar con galerías. Me robaban mi arte. Era terrible. También llevaba a mi madre de vacaciones, a donde quisiera ir. Y a veces me detenía a hacer una presentación a los museos en el camino. Mi madre decía que la gente no puede entender mi arte si no lo ve y participa. Así que después de eso, cuando sabía que íbamos a salir a carretera, empecé a concertar citas para mostrar mis esculturas a estos museos. En 10 años hice un par de cientos de presentaciones por todo el país.

SL: ¿Algo que te gustaría que tanto galeristas como curadores entendieran sobre les artistas o que pudieran ofrecerles?

RH: Te contaré un buen ejemplo de cómo me gustaría que curadores y directorxs de museos estuvieran más en sintonía con lo que tienen que pasar les artistas. Me ocurrió en uno de mis viajes desde Los Ángeles a un museo de Texas. Al director le encantó mi arte y me dijo: «¿Qué tal si haces una obra del tamaño de la sala?». ¿Cómo diablos podría permitirme eso yo? No tenía el dinero para producir una obra de arte como esa. No se dio cuenta de que decirme eso ya era lo más frustrante para mí. No podía realizar lo que quería sin ayuda de un patrocinio. 

SL: ¿Qué harías si tuvieras ese patrocinio hoy? 

RH: Haría un pasillo infinito con una serie de módulos más pequeños. También haría una de mis esculturas de pirámide tradicional, pero lo suficientemente grande como para que se pudiera caminar dentro de ella. Quiero entrar, quiero estar dentro de las esculturas y no he podido construir una en la que mi cuerpo quepa.

SL: Por último, tengo curiosidad por saber, ¿cómo acabó una de sus piezas en la película de Star Trek? 

RH: Pensé que me gustaría explorar la posibilidad de que mis piezas salieran en una película. Entonces mi amigo John me habló de una empresa llamada Hollywood Prop Shop. Ellos trabajan con la industria del cine y cuando alguien va a hacer una película, contratan a gente de

‘Star Trek, The Next Generation, Reunification Part 2’, 1991